Videógrafo vs Videasta: dos formas de mirar el mundo a través del video

En el universo audiovisual, las palabras videógrafo y videasta suelen usarse como sinónimos. Sin embargo, detrás de cada término hay una diferencia de enfoque, de intención y de manera de contar historias. Ambos trabajan con cámaras, sonido y edición, pero el punto de partida y la finalidad no son los mismos.

El videógrafo es un creador audiovisual que se especializa en grabar, producir y editar videos para clientes o proyectos comerciales. Su objetivo principal es comunicar, documentar o promocionar algo, adaptándose a la necesidad del cliente. Puede trabajar en eventos, empresas, campañas publicitarias, bodas, videos corporativos o contenido para redes sociales.

Más que un simple operador de cámara, el videógrafo combina técnica y creatividad: domina la luz, el sonido, la narrativa visual y la postproducción. Cada trabajo tiene una meta clara: mostrar un producto, transmitir una emoción o registrar un momento, y el éxito se mide por la satisfacción del cliente o el impacto del mensaje. En resumen, el videógrafo trabaja por encargo, con una mirada profesional y orientada a resultados.

El videasta, en cambio, se mueve en otro terreno. Su trabajo no parte de un pedido comercial, sino de una necesidad de expresión personal o artística. Es alguien que utiliza el video como un medio para explorar ideas, emociones o reflexiones, sin estar condicionado por las exigencias de un cliente o una marca.

Su obra puede adoptar la forma de un cortometraje experimental, un videoarte, una pieza conceptual o un documental independiente. En este sentido, el videasta se parece más al cineasta que al camarógrafo: firma su obra como autor y busca transmitir una visión propia del mundo. En resumen, el videasta trabaja por inspiración, no por encargo.

Aunque parecen opuestos, ambos perfiles se complementan. Muchos profesionales del video combinan ambas facetas: realizan trabajos comerciales como videógrafos, pero conservan su mirada personal y artística como videastas. Esa combinación es, de hecho, la que marca la diferencia en la actualidad. Un videógrafo con sensibilidad de videasta logra proyectos más originales, humanos y memorables. Y un videasta con experiencia técnica puede dar forma profesional a sus ideas sin perder autenticidad.

Tanto el videógrafo como el videasta son narradores visuales. La diferencia no está en la cámara, sino en la intención: uno filma para comunicar; el otro, para expresarse. En un mundo donde los límites entre el arte y la comunicación se diluyen, cada vez más creadores encuentran su lugar en el punto intermedio entre ambos

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